Autoras argentinas que tocaron nuestras vidas

Personalmente, como lectora, mi relación con las autoras nacionales fue progresiva. Al comienzo de mis años lectores no conocía ni consumía autoras argentinas, pues mi atención y el canon literario estaba puesto en otro lugar. Al crecer, pude ir encontrándome con diferentes autoras y sus universos, y considero que son merecedoras de constante difusión. Estas mujeres encuentran la manera de que sus palabras te toquen entera/o. Por eso, a continuación, les cuanto un poco de algunas de ellas.

Alfonsina Storni

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Su vida:

Alfonsina Storni (Capriasca, 29 de mayo de 1892-Mar del Plata, 25 de octubre de 1938)1234 fue una poeta y escritora argentina vinculada con el modernismo. Los padres de Storni eran dueños de una cervecería en la ciudad de San Juan y regresaron a Suiza, su país de origen, en 1891. En 1896, volvieron a Argentina junto con Alfonsina, quien había nacido en aquel país. En San Juan, concurrió al jardín de infantes y desarrolló la primera parte de su niñez. A principios del siglo xx la familia se mudó a la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe), donde su madre fundó una escuela domiciliaria y su padre instaló un café cerca de la estación de ferrocarril Rosario Central. Alfonsina se desempeñó como camarera en el negocio familiar pero dado que este trabajo no le gustaba, se independizó y consiguió empleo como actriz. Más tarde recorrería varias provincias en una gira teatral.

Storni ejerció como maestra en diferentes centros educativos y escribió sus poesías y algunas obras de teatro durante este período. Su prosa es feminista y, según la crítica, posee una originalidad que cambió el sentido de las letras de Latinoamérica. Sus composiciones reflejan, además, la enfermedad que padeció durante gran parte de su vida y muestran la espera del punto final de su vida, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros sentimientos desmotivacionales.

Se suicidó en la ciudad de Mar del Plata arrojándose de la escollera del Club Argentino de Mujeres. Alfonsina consideraba que el suicidio era una elección concedida por el libre albedrío y así lo había expresado en un poema dedicado a su amigo y amante, el también suicidado escritor Horacio Quiroga.

Su obra:

En 1916 comienza a publicar poemas y prosa, todavía sin el carácter de colaboradora permanente, en la revista literaria La Nota.

La inquietud del rosal, un libro de poesías donde expresaba sus deseos como mujer y describía su condición de madre soltera sin ningún tipo de complejo,35 se publicó en 1916, aunque nunca le pudo pagar la edición al impresor. La publicación de este libro le permitió ingresar a los cenáculos de escritores, como la primera mujer en integrarlo. Además, la ayuda del poeta Juan Julián Lastra y las colaboraciones en Caras y Caretas le permitieron relacionarse con los editores de la revista Nosotros, una revista literaria que reunía a los escritores más conocidos. A las reuniones asistía llevando su libro como carta de presentación.

En 1925 publicó Ocre, que marcó un cambio decisivo en su poesía. Desde hacía dos años era profesora de lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas. Su poesía, fundamentalmente de temática amorosa, también se ligó a la temática feminista e intentó desligarse de las hopalandas del Modernismo y volver más la mirada al mundo real. La soledad y la marginación hicieron mella en su salud, y a veces la neurosis le obligaba a dejar su puesto de maestra de escuela

En 1926 escribió Poemas de amor y ocho años después publicó Mundo de siete pozos. En este lapso se orientó hacia otro género, los relatos en primera persona, a veces con rasgos autobiográficos donde las ideas no pertenecen ni al espacio ni a la poesía ni tampoco a la nota periodística informativa.

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Alejandra Pizarnik

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Su vida:

Flora Alejandra Pizarnik (Avellaneda, 29 de abril de 1936 - Buenos Aires, 25 de septiembre de 1972) fue una poeta, ensayista y traductora argentina.1 Estudió filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires y más tarde, pintura con Juan Batlle Planas. Entre 1960 y 1964 Pizarnik vivió en París, donde trabajó para la revista Cuadernos y algunas editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios y tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Césaire e Yves Bonnefoy. Además, estudió historia de la religión y literatura francesa en La Sorbona. Tras su retorno a Buenos Aires, Pizarnik publicó tres de sus principales volúmenes: Los trabajos y las noches, Extracción de la piedra de locura y El infierno musical, así como su trabajo en prosa La condesa sangrienta.

Sus trabajos y su poesía dejaron un legado de un valor incalculable para la literatura latinoamericana. A partir del retorno de la democracia en Argentina, la figura de Pizarnik, al igual que las muchas otras escritoras del boom latinoamericano, experimentó un auge, lo que derivó en la primera compilación de sus textos Textos de Sombra y últimos poemas (1982), seguido de su primera biografía, Alejandra (1991) de la parte de Cristina Piña. Más reciententemente, se han publicado también sus Diarios (2013).

El 25 de septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica psiquiátrica donde estaba internada, Pizarnik murió de una sobredosis, tras ingerir cincuenta pastillas de un psicotrópico conocido comercialmente como Seconal.

Su obra:

La necesidad de reconocimiento hace mella en Pizarnik, dando pauta a una de muchas ambivalencias que sufrió: «Temo que mis deseos de escribir no sean más que medios para conseguir el fin anhelado éxito, gloria, fe en mí». Para Pizarnik escribir no solo representaba el reconocimiento sino, también, la posibilidad de desahogarse, de manifestar esa sensibilidad que poseía. Si bien Pizarnik estaba convencida de que la comunicación oral no era una opción viable para expresarse, encontró en la escritura la manera de transmitir sus sentimientos, evolucionando así del lenguaje poético a un tipo de silencio constructivo-destructivo que permite al lector vivir y revivir la visión interna de la poeta.

Dentro del mundo pizarnikiano, uno de los principales encuentros es el de la voz múltiple. Toda la poesía de Pizarnik es un diálogo infinito entre ella y todas las que es: «la lengua común se encripta y se hace ajena. Ella construye un lenguaje poético que abandona a conciencia todo anclaje a lo real referencial». Es una voz del yo que está detrás del yo, aun si este se aleja. La búsqueda infinita de lo que se encuentra perdido, una incesante travesía que, incluso hasta el final de sus días, la absorbió en una terrible ambivalencia: el paraíso infantil y la tentación de la muerte, la enajenación absoluta y la vocación amorosa.

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Maria Elena Wlash

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Su vida:

María Elena Walsh (Villa Sarmiento, 1 de febrero de 1930-Buenos Aires, 10 de enero de 2011)3fue una poetisa, escritora, cantautora, dramaturga y compositora argentina, considerada como «mito viviente, prócer cultural y blasón de casi todas las infancias» Famosa por sus obras infantiles, entre las que se destacan el personaje/canción Manuelita la tortuga y los libros Tutú Marambá, El reino del revés, Dailan Kifki y El Monoliso, es también autora de varias canciones populares para adultos, entre ellas Como la cigarra, Serenata para la tierra de uno y El valle y el volcán. Otras canciones de su autoría que integran el cancionero popular argentino son La vaca estudiosa, Canción de Titina, El reino del revés, entre otros.

Saltó a la escena pública con la publicación, con apenas 17 años, del libro de poesía Otoño imperdonable. La obra le supuso el reconocimiento en los circuitos literarios de la época. Hacia 1948 formó parte del movimiento literario de La Plata, que se reúne en torno al sello editorial Ediciones del Bosque, creado por Raúl Amaral. Esta editorial publicó algunas de sus obras poéticas. Entre 1951 y 1963 formó el dúo Leda y María junto a Leda Valladares y entre 1985-1989 fue designada por el presidente Raúl Alfonsín para integrar el Consejo para la Consolidación de la Democracia. Ya retirada de la música, continuó escribiendo artículos periodísticos, algunos guiones para televisión y las novelas de corte autobiográfico Novios de antaño y Fantasmas en el parque

A lo largo de su vida formó pareja con la folklorista Leda Valladares, la directora de cine María Herminia Avellaneda y la fotógrafa Sara Facio, con quien vivió desde inicios de la década de 1980 hasta su muerte.

Su obra:

En 1945, a los 15 años, publicó su primer poema en la revista El Hogar (número dedicado a la primavera), titulado Elegía e ilustrado por su compañera de colegio Elba Fábregas.11 Ese mismo año escribió también en el diario La Nación.

En 1947, cuando contaba con 17 años, sufre la muerte de su padre y publica su primer libro, un poemario titulado Otoño imperdonable que recibió el segundo premio Municipal de Poesía, aunque el jurado se excusó diciéndole que no le habían otorgado el primero porque era demasiado joven. A pesar de su juventud, se trata de un libro notable, que llamó de inmediato la atención sobre ella del mundo literario hispanoamericano. Reúne poemas escritos entre los 14 y los 17 años, que sorprenden por la madurez expresiva y por un estilo natural, plenos de hallazgos y juegos líricos, como en «Término», donde se define a sí misma como «un sitio donde florecerá la muerte».

En 1951, publicó su segundo poemario, Baladas con Ángel. El volumen constituye un todo en el que dos enamorados intercambian sus emociones expresadas en versos.En 1952 se instalaron en París, junto a Leda Valladares y comenzaron a cantar canciones folclóricas de tradición oral de la región andina de Argentina, como carnavalitos, bagualas y vidalas. Luego de cantar en cafés y boîtes, el dúo logró un contrato en el famoso cabaret Crazy Horse. De regreso en Argentina en 1956, Leda y María realizaron una extensa gira por el Noroeste argentino en donde reunieron varias canciones que grabarían luego en sus dos primeros álbumes realizados en su país, Entre valles y quebradas vol 1 y Entre valles y quebradas vol 2, ambos de 1957

Asfixiada por la censura impuesta por la dictadura militar, en julio de 1978, en plena Copa Mundial de Fútbol, decidió «no seguir componiendo ni cantar más en público».4 Paradójicamente, varias de sus canciones se volvieron símbolo de la lucha por la democracia, como Como la cigarra, Canción de cuna para un gobernante, Oración a la Justicia, Canción de caminantes, Balada de Cómodus Viscach y Postal de guerra.

También, sus actividades feministas son reconocidas en algunas referencias. En su carta para una compatriota, de 1973, dice, por ejemplo: "El Movimiento de Liberación Femenina es una ideología revolucionaria, no exprimida de libracos apolillados sino del cotidiano martirio de la mitad de la humanidad".

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Mariana Enriquez

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Su vida:

Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973) es una escritora, periodista y docente argentina, parte del grupo de escritores conocidos como «nueva narrativa argentina». Sus cuentos se enmarcan dentro del género del terror,y se han publicado en revistas internacionales como Granta. Electric Literature, Asymptote, McSweeney's, Virginia Quarterly Review y The New Yorker.789 Entre sus obras más reconocidas destacan el libro de cuentos Las cosas que perdimos en el fuego (2016), que la consolidó como la escritora argentina de terror más relevante de la actualidad, y la novela Nuestra parte de noche (2019), por la que ganó el Premio Herralde de Novela.

Creció en medio de las historias y supersticiones de su abuela, oriunda de la provincia de Corrientes. Años después se mudó junto a su familia a la ciudad de La Plata, en donde se acercó a la literatura y al punk, por lo que decidió estudiar periodismo y especializarse en música rock. Se licenció en Periodismo y Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata.

Su obra:

A los 19 años escribió su primera novela, “Bajar es lo peor”, que retrata varios temas que inquietaban a la juventud de su época: la ansiedad adolescente, el alcohol, las drogas, el rock, entre otros. Luego del éxito de su primer libro, Enríquez empezó a trabajar como periodista, primero de freelance y, luego, en el diario argentino Página/12, donde eventualmente se convirtió en subeditora del suplemento cultural Radar. En 2004, publicó su segunda novela, “Cómo desaparecer completamente”.

En 2009, fue publicado “Los peligros de fumar en la cama”, el primer libro de cuentos de Enríquez. En 2016 Enríquez publicó su segundo libro de cuentos, Las cosas que perdimos en el fuego, que se convirtió en un éxito en ventas y fue traducido a más de una decena de idiomas. El libro ganó, en 2018, el Premio Ciutat de Barcelona en la categoría de lengua castellana. En 2019 Enríquez ganó el Premio Herralde de Novela, que convoca la Editorial Anagrama, por su novela Nuestra parte de noche, que publicó ese mismo año. En la novela, Enríquez puso en juego todas las inquietudes que fue trazando en la totalidad de su obra: los santos paganos, referencias a los mundos de H.P. Lovecraft, Emily Brontë y Ernesto Sábato, el vampirismo, el sexo entre hombres, la turbia belleza baudelaireana, la belleza injuriada de Rimbaud, la literatura fantástica y de terror, los subterráneos, los demonios-hombres y demás tópicos de su literatura.

En el año 2020, Enríquez escribió una serie de entradas a modo de «diario de cuarentena» en la página web oficial del Centro Cultural Kirchner. Desde ese mismo año hasta agosto del año 2022, fue la Directora de Letras del Fondo Nacional de las Artes.

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Hecho para recordar y celebrar sus vidas.